28.10.12

Un trocito de Kerouac (2º Parte)

Una vez que ya conocemos un poco más sobre el estilo de Kerouac, vamos a ir adentrándonos en sus creencias, sobre qué escribía y qué le interesaba.

En una de sus novelas, titulada Los Vagabundos del Dharma, Kerouac nos presenta a Gary Snyder, el cuál le introduciría plenamente en el Budismo y su compañero de ruta hacia el encuentro del Dharma, la esencia de la enseñanza budista.

Hacen excursiones a las montañas, dicen refranes y dichos budistas, practican la meditación, comen toda clase de alimentos deshidratados y todo ello relatado con una prosa magistral, con unas descripciones vívidas y ricas, hablando de los campos que van cruzando, de los paisajes donde pasan una multitud de personajes con una gran espiritualidad poco convencional. Culmina cuando el personaje de Jack Kerouac, Ray Smith, se va a trabajar de guardia forestal durante tres meses en lo alto de una montaña, él solo y como él mismo dice, viendo desde la ventana solo las montañas y la Luna.

Es el punto de partida de una nueva forma de vivir, más cercana a la naturaleza, que concibe la vida como un viaje impredecible que enajena de la cómoda seguridad burguesa que tan pocas respuestas otorgaba a los jóvenes de la patria del consumo.

Kerouac y sus amigos disfrutaban en fiestas interminables en las que hacían lecturas de poesía, improvisadas como el jazz, en las que se embriagaban con vino o marihuana, y se desnudaban para bailar alrededor de fogatas. Pero no todo era fiesta, Kerouac, como un monje errante del extremo oriente, casi un mendigo, se busca la vida como si fuese un puente, sin construir una casa sobre ella. 


"[...] el mundo entero es una cosa llena de gente que anda de un lado para otro cargada con mochilas, Vagabundos del Dharma negándose a seguir la demanda general de la producción de que consuman y, por tanto, de que trabajen para tener el privilegio de consumir toda esa mierda que en realidad no necesitan, como refrigeradores, aparatos de televisión, coches, coches nuevos y llamativos, brillantina para el pelo de una determinada marca y desodorantes y porquería en general que siempre termina en el cubo de la basura una semana después; todos ellos presos en un sistema de trabajo, producción, consumo, trabajo, producción, consumo... Tengo la visión de una gran revolución de mochilas de miles y hasta de millones de jóvenes norteamericanos con mochilas y subiendo a las montañas a rezar, haciendo que los niños rían y que se alegren los ancianos, haciendo que las chicas sean felices y también las señoras mayores, que serán más felices todavía, todos ellos lunáticos zen que andan escribiendo poemas que surgen de sus cabezas sin motivo y siendo amables y realizando actos extraños que proporcionan visiones de libertad eterna a todo el mundo y a todas las criaturas vivas".

LosVagabundos del Dharma (1958), Jack Kerouac.
Escrito en apenas 11 días.

Foto extraída de Larraz's Blog


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